Existe una lĂnea delgada entre lo imaginario y lo real, el verdadero problema surge cuando insultas a aquello que creĂste imaginario y este atraviesa esa lĂnea para darte una prueba del error que acabas de cometer. Como bien lo dice un viejo proverbio japonĂ©s: âProcura que tus palabras sean mejor que el silencio...â